Cuando yo era pequeñita, heredé algunos muñecos que habían pertenecido a la infancia de mi madre, como mi muñeca preferida Candelita, a la que yo siempre llamé Karina, esta Chatuca de los 60, Rabietas de Toyse, o Plumita, entre otras.
Unos de estos muñecos "heredados" eran una pareja de muñequitos sexados, de tamaño medianito, más pequeños que un mocosete, todo de goma y con pelo (en mi caso, pelirrojillo) así peinado para arriba. Jugaba mucho con ellos, estaban desnudos porque como veréis en las fotos, el cuerpo está fijo y no da opción a vestirlos (si acaso unos pantalones, jaja).
Un día tras regresar a casa, no estaban. Cuando pregunté a mi madre, dijo que los había tirado (junto a otra muñeca cuyo cuerpo era de plástico y la cara de goma, amarilleada por el tiempo y que yo también adoraba). Su excusa fue que la goma se estaba pudriendo. A mí me invadió una pena inmensa, porque de verdad me encantaban esos muñecos a pesar de su edad. Es como mi Karina-Candelita, que a pesar de sus deditos rotos, a día de hoy sigue conmigo. Esa pena me duró mucho tiempo y a veces, cuando pensaba en ellos, un latido se me escapaba pensando por qué mi madre tuvo que hacer tal cosa a escondidas (porque si me lo llega a decir, el grito aún estaría reverberando).
Pocos años después, cuando ya era una adolescente de instituto los ví a la venta en un kiosko de camino a clase, de aquellos prefabricados que ya han desaparecido, a 300 ptas el muñeco. Mi paga semanal por entonces era exactamente de 300 ptas y para cuando tuve las 600 en total y volví para comprarlos... ya no estaban.
Han tenido que pasar casi treinta años para que los viera por casualidad en un grupo de ventas de muñecos de Facebook y por fin los tengo conmigo. Estos son rubios, no pelirrojos, y a lo mejor solo son parecidos a aquellos que tuve, aunque estoy al 95% segura de que son exactamente iguales. O a los recuerdos que conservo de ellos.
No llevan marca alguna, así que desconozco la casa que los fabricaba o sus nombres, si tuvieron alguno. A menudo he descubirto nombres de otros muñecos a través de este blog, de modo que no pierdo la esperanza.
Me queda por recuperar aquella otra muñeca que acabó en el vertedero a la vez que estos, pero creo que será bastante más difícil. No era muy grande tampoco, y en mi mente la recuerdo con el pelo bien oscuro pero de un color tirando a caoba (posiblemente un castaño opaco al estar ya estropajoso). Pero en peores plazas he lidiado...